Parece obvio que los terribles delitos que se vienen produciendo no podrán ya castigarse con los actuales planes de prisiones para la rehabilitación de los delincuentes por lo que los políticos, los legisladores, los jueces y letrados, las instituciones penitenciarias y los arquitectos tendrían que diseñar otro tipo de prisiones para monstruos.
Los crímenes infames en los que el criminal asesina con saña a personas indefensas de su propia sangre. El que mata a su padre y a su madre. El que asesina sin piedad a su mujer y a sus hijos. El que niega la vida a su esposa, a su cuñada y a su suegra. El caín que en una discusión de lindes mata a su hermano. El que participa en violaciones grupales inmisericordes. El que se lleva por delante a personas inocentes amparado por religiones e intolerancias.
Habría que diseñar prisiones para monstruos en las que se privara a los reos de los derechos humanos y se impidiera cualquier manifestación cultural o deportiva. En las que se les diera lo necesario para seguir viviendo del modo miserable que se merecen, sin esperanza de rehabilitación, custodiados por robots inanimados y crueles que les fueran haciendo transitar a la deshumanización animal. A la negación del ser humano.