Cruceros

Son una ocasión única para cambiar de aspecto y de imagen; para que los hombres se vistan de etiqueta y las damas de largo; para que se saquen fotos inolvidables que causarán envidia entre las amistades al exhibir retazos de nuestra vida, tan desconocida, como nuestra asistencia a los cotillones de fin de año, la cena con el Capitán o los nuevos amigos, encantadores y mundanos, con su exquisito estilo al posar con las copas de champán.

 

Los cruceros son un paréntesis en la vida ordinaria para sentirnos extraordinarios y convierten a los mentirosos en personas felices. Aunque si son por el Mediterráneo las mentiras han de ser forzosamente leves – Yo estudié Numismática en Sebastopol – por ejemplo. Si fueran por el Báltico – Papá era Comodoro en el Naútico de Yakarta y hemos viajado por todo el mundo – se le susurra de madrugada y con los ojos adormecidos por las copas espumosas al amigo de Moldavia y su candorosa cónyuge que mira desde sus ojos azules con complacencia.

 

Es muy importante hacer un buen acopio de guías turísticas que nos ilustren no sobre la ruta de nuestro viaje sino de los lugares que no visitaremos, pero de los que deberemos mostrar nuestros conocimientos profundos. Esa preparación, unida al conocimiento de las partes del barco, dará un tono de grandes viajeros y hombres de mundo durante el paréntesis de nuestros cruceros.

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