Siempre me motivaba leer las camisetas que lleva la gente por la calle y más si los reclamos estaban en inglés o francés.
A veces me incomoda no poder terminar de ver una palabra por los movimientos de los portadores y creo que hay gente que no sabe lo que lleva escrito, pues no encaja en el perfil de quien, inadvertidamente, lo ostenta. Y también los hay que no extraña leer cualquier grosería que exhiben con deleite.
Y están los retadores que muestran divertidos cuando saben que has captado el mensaje, como la señora joven que se dejaba leer – Toy asombrosa. O la adolescente con el pantaloncito de dos tallas menos, que lucía triunfante – Afraid of nothing. Y los malvados que se ríen siniestramente cuando colman tu estupor ante su lema – Corre que te pillo.